CAPÍTULO 3.
Hola preciosidades <3 Aquí os dejo el capítulo 3. Creo que ya se está poniendo un poco más interesante, pero bueno, nunca se sabe jajaja. Espero que lo disfrutéis (y que comentéis qué os parece, plz). Mi twitter es @ourlastkiss_, y si hay algún lector que quiera que le avise, que me lo diga. Un besote, amores.
(Narra Paula)
Debían de ser las nueve y media de la mañana cuando noté
como alguien me zarandeaba dulcemente. Yo todavía seguía dormida, soñando cosas
bonitas, y no tenía intención de pararlas, así que inmediatamente me di la
vuelta quedando boca abajo sobre la cama.
-No me puedo creer que duermas tanto.-dijo para sí aquella
persona, a la que respondí soltando un leve gruñido. Después oí como se
alejaba, por fin me dejaba en paz.
Estaba volviendo a conciliar el sueño cuando noté como un cubo
de agua helada caía sobre mi cuerpo, mojándome toda la espalda y cuello.
-¿¡PERO TÚ ESTÁS LOCO O QUÉ!?- dije a la vez que me
incorporaba y miraba al causante de aquella desgracia, que ahora mismo estaba
revolcándose en el suelo de la risa.
-Deberías haberte visto la cara.-consiguió decir Micky
cuando parecía que por fin empezaba a calmarse un poco.
-Es que ¿qué cara querías que pusiese cuándo estás tan
dormida y de repente te tiran un litro de agua congelada por la mañana?-le
respondí un poco molesta por su “broma”.- ¿Y CÓMO HAS ENTRADO?
-Eso te pasa por no estar lista a la hora que te dije, ni
siquiera despierta. Pues resulta que hay una escalera de incendios que comunica
tu habitación con la mía.-siguió hablando todavía con unos toques de risa en su
voz.-Oh, venga. No te enfades, por favor.-dijo al ver mi gesto de enfado.- ¿Me
perdonas?
Empezó a acercarse a mí con los brazos extendidos en señal
de que iba a darme un abrazo, cuando, sin que se lo esperase, hice que mi
almohada rebotase sobre su cara. Ahora la que me reía era yo al ver su cara de
sorpresa.
-Con que esas tenemos, ¿eh?-me dijo a la vez que una gran
sonrisa se extendía sobre su rostro y cogía otra almohada dispuesto a
devolverme el golpe.
(Narra Louis)
Las firmas de discos me encantaban. En ellas podía conocer a
cientos de directioners o fans, cada una especial a su manera, que me regalaban
sonrisas y motivos para seguir cantando. Ahora mismo estábamos los cinco en
Londres, terminando una de ellas. Quedaban poquitas personas ya en la cola,
pocos discos que firmar, cuando de repente, se acercó a mí una chica alta,
delgada y castaña, que me miraba con unos preciosos ojos verdes en los que se
reflejaban una alegría enorme. En una mano me tendía nuestro último disco. Se
la notaba demasiado nerviosa, parecía a punto de llorar.
-Hola.-la dije mientras que intentaba borrar de mi cara esa
sonrisa de tonto que se acababa de formar en mi cara y la cogía el disco.- ¿A
quién quieres que se lo dediquemos?-seguí hablando mientras ella pareció dudar
un momento hasta que respondió.
-A mi hermana Beth, por favor.-tenía una voz preciosa, que
me dejó embobado unos segundos hasta que Zayn que estaba a mi lado, me dio un
leve codazo. Se lo firmé y se lo pasé a Niall, que ya estaba esperando con el
rotulador un la mano.
La chica esperó a que todos se lo hubiesen firmado, pero
después de esto siguió ahí plantada delante de nosotros.
-Yo… em… ¿me podría echar una foto con vosotros? Si no os
importa, claro.-dijo con una voz que claramente delataba timidez.
-Por supuesto, preciosa.-respondió Liam a la vez que se
incorporaba y nos invitaba a seguirle.
Me levanté y rodeé la mesa, pasando mi brazo por detrás de
su espalda, al igual que Harry, esperando a que nos echasen la foto. No podía
parar de sonreír, tanto ella como yo. ¿Qué me estaba pasando?
(Narra Niall)
La chica nos dio las gracias como unas cinco veces y se
marchó. Detrás de ella ya sólo quedaban tres personas. Tras terminar la firma
de discos, nos dirigimos a la parte trasera del centro comercial donde nos
estaba esperando un coche. Estábamos dándoles las gracias a los directores de
la firma cuando de pronto oí unos sollozos a mi espalda. Me giré y vi a una
chica acurrucada contra la pared. Debía de tener más o menos nuestra edad, y se
la veía completamente rota.
-Disculpadme un momento.-dije a la vez que me dirigía hacia
aquella chica. Llegué a su lado y me arrodillé, quedando a su altura.- Oye,
¿estás bien?
La chica levantó la mira y, sorprendida, se llevó las manos
a la cara intentado limpiarse las lágrimas. Entonces la reconocí. Era una de
las chicas que había estado antes en la firma. Pero antes estaba muy contenta y
emocionada, ¿qué la habría pasado?
-Eh, sí, tranquilo, estoy bien.-se la notaba nerviosa. Cogió
su bolso y empezó a rebuscar en él.-Mierda.-susurró para ella misma.
Introduje mi mano en mi bolsillo y saqué un clínex. Siempre
solía llevar uno, para alguna emergencia, y esta parecía una de ellas. Se lo
tendí y ella lo cogió tímidamente, susurrando un ‘gracias’ mientras se limpiaba
los restos de maquillaje que habían sido destrozados por las lágrimas.
-Pues para serte sincero no tienes mucha pinta de estar
bien. Puedes contarme lo que te ha pasado si quieres.-la dije con total
naturalidad, al fin y al cabo, seguía siendo un simple chico.
-Seguro que no te interesará saber mis tonterías. No
quisiese que perdieses el tiempo por mi culpa, de verdad. Lo siento mucho.-me
respondió todavía entre sollozos.
-Eh, si estás triste por ello, no creo que sea una
tontería.-dije a la vez que me sentaba en el suelo a su lado y la dedicaba una
sonrisa a lo Horan.-Además, no pienso moverme de aquí hasta que no me lo cuentes.-este
comentario la provocó una sonrisa.
-Está bien, pero que conste que tú lo has querido.
Me contó lo que la había pasado. Nada más salir de la firma,
había descubierto a su novio besándose con otra. Eso la había destruido por
completo, así que se acercó a ellos y, antes de romper oficialmente con su
novio, le había propinado un buen tortazo. Después había se había ido corriendo
y bueno, allí era donde la había encontrado yo.
Nos quedamos así charlando un rato hasta que Paul nos avisó
de que ya nos íbamos, y la madre de la chica pasó a recogerla en coche. Me
despedí de ella con un gran abrazo. El novio debía de ser un completo imbécil
por haber dejado escapar a una chica así.
En todo el trayecto en coche no pude parar de pensar en
ella. Me sentía bien por haber conseguido que volviera a sonreír.